El incendio de la mina El Bordo

A las siete de la mañana del 10 de marzo de 1920 se declaró un incendio en la mina El Bordo, en el estado mexicano de Hidalgo. Unas horas más tarde se dio por terminada la evacuación y se cerró el tiro de la mina para favorecer la extinción del incendio, previa declaración por parte de autoridades, médicos y representantes de la compañía minera. Seis días después se accedió de nuevo al interior para retirar los cadáveres: se calculaba que habían muerto unos diez mineros; sin embargo, una vez dentro, no sólo descubrieron que había ochenta y siete cuerpos, sino que todavía quedaban siete trabajadores vivos.

Yuri Herrera realiza una minuciosa reconstrucción histórica (sin ficción alguna) sobre lo sucedido en esas primeras horas y durante los días siguientes, y nos muestra la complicidad entre las autoridades y la prensa servil mientras bajo tierra «unos hombres se descomponían y otros luchaban por su vida». Mentiras y más mentiras recorren este texto apabullante. Sobre ellas se alza la voz de lo que realmente ocurrió. Desde el principio, el autor deja clara la voluntad de la obra: «El silencio no es la ausencia de historia, es una historia oculta bajo una forma que es necesario descifrar».

No se trata de una tragedia local: lo acontecido en El Bordo ha sucedido, y sigue sucediendo, en muchos lugares del mundo. Un relato real fascinante.

Leído en la prensa

«El incendio de la mina El Bordo es un ejercicio periodístico intachable.» Jaime G. Mora, ABC

«La obra va mucho más allá de la mera e impactante crítica social, para profundizar tanto en las heridas de las víctimas como en la conciencia gangrenada de los victimarios, mostrando la cara y la cruz de una sociedad lastrada por los prejuicios de clase así como la naturaleza del desprecio humano por sus semejantes.» Antonio J. Ubero, La Opinión

«Un atestado en toda regla, impresionante, en particular recuerdo la narración de los siete mineros que sobrevivieron milagrosamente durante una semana, con las bocas de los tiros selladas.» Fermín Herrero, Epicuro

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