Eau Sauvage

Eau Sauvage se presenta bajo la forma de un «diálogo» con cierto toque humorístico para convertirse, poco a poco, en un monólogo casi dramático. Un padre invasor, preocupado hasta la angustia por la felicidad de su hija, alterna los excesos de atención con los reproches, de una manera tan torpe como, finalmente, conmovedora.

Valérie Mréjen demuestra de nuevo en esta novela su apabullante virtuosismo para captar los clichés del lenguaje familiar, sus ritmos y sus matices de tono; y una soberbia capacidad para sacar punta a los detalles de la vida diaria. Baña la novela, además, un desapego tan sólo aparente, bajo el cual se adivina la emoción, que es apenas, sin embargo, un rastro sutil: como ese perfume que da título al libro y, provocando un ejercicio de memoria olfativa, nos hace pensar también en nuestro propio padre y en la colonia que usaba.

Escrito en estado de gracia, Eau Sauvage trata con aparente ligereza, con ese humor tan suyo, el gran tema que se adivina bajo todas las novelas de Mréjen: la dificultad del diálogo. Y dibuja, de través, el ajustado retrato de toda una generación de hijas e hijos.

Leído en la prensa

«Autoficción que huye de la convención literaria de un modo radical y que golpea en la línea del lector.» Mª Ángels Cabré, La Vanguardia

«Eau sauvage está montada como un documental. Únicamente se oye la voz del padre. Un hombre solo que no quiere que su hija se dé cuenta de lo perdido que se encuentra. Aunque su padre creyese que ni siquiera le escuchaba, ella estaba registrando sus palabras para seguir oyendo su voz, y tocando su cara y oliendo su perfume, cuando ya no pudiera oírlo.» Julio José Ordovás, El País

«Los libros de Mréjen conforman un todo mezclado con sus vídeos y su vida; destaca su sentido del humor, la precisión, la mirada perpleja y la ambigüedad para observar experiencias comunes y presentarlas a la vez como únicas y universales.» Aloma Rodríguez, Letras Libres

«Eau Savage vuelve a jugar con la trascendencia de la intranscendencia en un texto despiezado en comentarios de un padre a su hija. Mréjen sabe que ninguna palabra es inocente, ni siquiera las necias. Bajo el torrente de menudencias están —dolientes, cansadas, pobres— la ternura y la vida.» José Ángel González, Calle 20

«Recortes de esa intimidad que dejan espacio a la evocación de lo que precede y sigue al instante retratado. Autoficción que huye de la convención literaria de un modo radical y que golpea en la línea de flotación del lector.» Mª Ángeles Cabré, La Vanguardia

«Novela de estilo minucioso y enmascarada bajo diálogos sobre las dificultades de comunicación entre un padre y su hija.» Yo Dona

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