Dos mujeres

La novela corta es, sin duda, uno de los géneros en el que más obras maestras ha inscrito la literatura latinoamericana. La lista es larga, y de ella forma parte la inquietante y hermosa Escamas, piel, la segunda de las narraciones de este libro mítico en el que conviven el miedo y un erotismo que se diría «múltiple». Irene, la protagonista, ejerce una poderosa atracción sobre sus amantes, y en su misteriosa vida de apariciones y desapariciones hay un secreto que asusta tanto como atrae.

«Berti la besó, buscó su lengua, enredándola y tocándola apenas con los dientes, sin llegar a morderla. Ella apretó aún más el abrazo y Berti cerró los ojos. Hubo un gemido aún más agudo, fino, casi en el límite de lo audible, y entonces lo invadió una ola de terror extremo, en la oscuridad de los ojos cerrados.»

Completa el volumen Rete Carótida, un relato que lleva por título el nombre de una de sus protagonistas: «una especie de monstruo digno», según su propio creador.

Leído en la prensa

«Creo que a Gandolfo le interesa, por encima de todo, lo que él llama “lo real”; se trata ni más ni menos de descifrar el funcionamiento del mundo. De ahí su amor por el detalle cierto, de ahí su pasión (tenaz, sostenida durante el tiempo que sea necesario, en espera de la revelación) por entender y contar lo que pasa realmente en determinada relación de pareja, tal amistad, aquel viejo matrimonio, esta familia, su propia familia.» Felipe Polleri

«Dentro de la mejor tradición de la literatura del Cono Sur, en su escritura asistimos a una alteración de la anodina vida cotidiana que puede llevar a la alucinación y a la locura, pero que en Gandolfo no llega a ser una revelación, porque el misterio de las relaciones humanas no lleva a la luz sino a la oscuridad. Los personajes despiertan de una especie de resaca que les devuelve a la realidad cotidiana, pero tras haber experimentado dolorosamente el conocimiento.» J. A. MasoliverRódenas, La Vanguardia

«Gandolfo es un cuentista de primer orden, un eximio constructor de tramas cuya única regla consiste, aparentemente, en empezar el relato poco antes del final para, desde allí, saber hasta dónde se puede llegar con una buena historia. Pero no es sólo eso: porque el pasaje hasta allí incluye un mientras tanto en el que caben el delirio, las conjeturas, la incertidumbre; la conciencia de saber que se ha entrado en otro mundo del que ya no es posible salir ni, tampoco, ser el mismo.» Diego Gándara, Qué leer

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