Sin presente

Lyon, 1989. Un barrio popular, el de la Croix-Rousse. Varios jóvenes desencantados nacidos a comienzos de los años setenta (Chong, Rambo, Candy, Steak, Sida, Kao, Akira…), hijos de aquellos otros jóvenes que protagonizaron Mayo del 68, crean un colectivo: Tabula Rasa, y se aíslan del mundo durante una época: sólo la creación artística dará sentido a sus vidas a partir de ese momento. Tal es su decisión.

Como telón de fondo suenan las voces de Margaret Thatcher, Ronald Reagan, François Mitterand; ha caído el Muro de Berlín y ya no hay Guerra fría, sino guerras económicas; de hecho, la Guerra del Golfo es la primera de ellas. Dinero, dinero y dinero son las tres palabras que resuenan detrás de todos esos nombres propios, aunque los protagonistas de esta demoledora novela viven casi sin dinero, o, mejor dicho, de escasas cantidades de dinero negro: de vender drogas a pequeña escala para subsistir y para colocarse ellos mismos.

Hachís, heroína, nihilismo, vacío… en ese ambiente casi postpunk, el narrador (Chong) se compromete a escribir todos los días, tratando de sobrevivir de algún modo a la realidad, y dibujando ante nuestros ojos algo así como un «retrato del artista postadolescente» más visceral que nunca.

Fante, Céline, Arendt… son muchos los nombres que se han citado a propósito de esta novela que insiste en los temas habituales de Tran: la fractura generacional, el desclasamiento y el sentimiento de pérdida de la realidad. Una lección distinta sobre el Capitalismo en este presente, la herencia de los protagonistas del baby boom y el origen del estado de cosas de buena parte de la Europa actual.

Provocativa pero realista a la vez, todo lo que aquí se cuenta es, según suele decirse, real como la vida misma. Una novela, segunda de su autor tras Sida mental (Periférica, 2008), elogiada en Francia tanto por la crítica como por los lectores. Cruda, pero fascinante.

Leído en la prensa

«Rabioso y mordaz, generacional y corrosivo.» Le Monde

«No hay historia, no hay trama: la novela está compuesta por fogonazos de brutalidad que van relatando la educación sentimental del protagonista desde los 18 años. (…). La moraleja de Sin presente es ácida y demoledora: ser joven es una tarea siempre atroz y condenada al fracaso.» Luisgé Martín, El País

«Lionel Tran aborda en Sin presente el solapamiento de la realidad por una irrealidad anquilosante antropófaga, y lo hace con un lenguaje afilado como una cuchilla de afeitar que va abriendo surcos al deslizarse sobre la piel de la conciencia lectora.» Maria Teresa Lezcano, Sur

«Sin presente es el relato crudo de una juventud desclasada, desarraigada y desarbolada.» Eugenio Fuentes, La Nueva España

«Esta hermosa y triste novela habla con dureza y aflicción de una realidad bastante más sociológica que literaria. Pero Lionel Tran ha escrito literatura verdadera.» J. Ernesto Ayala-Dip, El Correo

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