La polilla y la herrumbre

Nunca antes traducida al castellano y publicada en 1912, La polilla y la herrumbre trata sobre la verdad y sus consecuencias; o, mejor dicho, sobre la responsabilidad de la verdad. Y también, como escribiera Cyril Connolly, «sobre el dinero y la estupidez». Diálogos a lo Janes Austen; citas no tan encubiertas a Henry James, amigo de la autora; shakespearianos pasajes de enredo y falso desdén; y mucha ironía, hasta llegar a la sátira en lo referente al amor y la posición social. Todo ello contado con un interesante distanciamiento, que logra, aquí y allá, sutiles momentos de humor... Dos parejas de enamorados, un hermano vividor y caradura, un par de madres sin escrúpulos, y, por qué no, algo de bondad y sentido común. Éstos son algunos de los atractivos «ingredientes» de este libro.

Leído en la prensa

«Yo, eso creía, me hallaba muy lejos de la sensibilidad formal de algunas de las novelas de Mary Cholmondeley, pero siempre me sedujeron libros como Red Pottage o La polilla y la herrumbre, porque sus mujeres tenían todas algo de las mujeres reales que yo me encontraba cuando salía de mi ambiente, y por las que tanta curiosidad sentía.» Virginia Woolf

«Gracias a un viaje y a la amistad de uno de sus parientes me he hecho con los libros de una joven e interesante escritora inglesa, Mary Cholmondeley. He disfrutado tanto de la ironía de esos libros como de la profundidad y convicción de las ideas que su autora vierte en ellos.» Mark Twain

«Me preguntaba a menudo sobre la verdad del amor, y durante algún tiempo estuve obsesionada con ser como las dos protagonistas de La polilla y la herrumbre, la novela de Cholmon­deley: unas veces Janet, otras Anne; unas veces ingenua pero honesta, otras llena de generosidad, fortaleza y claridad.» Jean Rhys

«(...) Cuando sentía nostalgia de la Inglaterra de la generación de mis padres, quiero decir de la Inglaterra que yo no había conocido, y creo que ellos tampoco muy bien, de la Inglaterra que se alejaba más y más de la India, yo leía novelas (...). Me gustaban las de Mary Cholmondeley, que me había fascinado con su protagonista de Red Pottage, y que en La polilla y la herrumbre ofrecía las dos caras de la verdad ‘femenina’, una verdad crítica que se imponía sobre la aparente frivolidad de algunos de los pasajes de este libro y calaba más hondo, al menos en mí, que muchos de los antiguos y algo ingenuos pasquines, no por ello menos necesarios, de la Nueva Mujer. Las ácidas tesis de La polilla y la herrumbre venían, como ocultas, dentro de una caja de bombones.» George Orwell

«La autora pone en marcha su martillo desmitificador para brindarnos una enseñanza: no a todos los seres humanos se les perdonan las mismas cosas ni se les permite ser dignos de la misma manera. (...) Cholmondeley retrata dialécticamente un modelo social basado en oposiciones que cristalizan en una trama fascinante, (...) sobre todo, por la construcción de personajes, especialmente por la construcción de madres: quizá no haya mejor madre que la madre muerta, como las de las heroínas de los libros...» Marta Sanz

«Una pequeña joya de la ficción inglesa de principios del XX que encaja bien en la tradición de intriga psicológica cultivada por Jane Austen, E.M. Foster y Henry James.» Cultura/s, La Vanguardia

«En 1912, la sociedad aún imponía a las mujeres ajustados corsés, pero poco a poco iban ejercitando la posibilidad de rebelarse, aun corriendo el peor de los riesgos: convertirse en unas solteronas. Las dos protagonistas de esta deliciosa obra optan por la rebelión... Da la impresión de que sólo ellas, generosas, creen realmente en la admonición con la que se abre el libro y que le da título: 'No acumuléis tesoros en la tierra, donde hay polilla y herrumbre que corroen y ladrones que socavan y roban'.» Luis Matías López, El País

«Una nouvelle redonda, una pieza de cámara exquisitamente orquestada, en la que se confrontan dos familias de rancia aristocracia… A través de un enredo y de sus consecuencias, Cholmondeley sumerge al lector en un clima de densísimo voltaje emocional, y se revela, de paso, como una extraordinaria anatomista del amor y una agudísima conocedora de la psique femenina.» Carles Barba, Qué leer

TAMBIÉN TE PUEDE INTERESAR…