Los amores inconstantes

Adolphe, Cécile, Amélie y Germaine, El cuaderno rojo

Sola inconstantia constants, tal era el lema de Benjamin Constant, hombre de letras y político ilustrado en su vida pública, truhan y señor en la privada. Amante veleidoso, coleccionista de mujeres, embustero redomado capaz de simular un suicidio para granjearse los favores de una dama, Constant alumbró, con extraordinario genio literario, algunas de las páginas más vibrantes, divertidas y lúcidas sobre las volatilidades del alma en las lides del amor.
Las obras que reunimos en Los amores inconstantesAdolphe (1816, novela autobiográfica), Cécile (1810, autobiografía novelada), Amélie y Germaine (1803, novela-diario) y El cuaderno rojo (1807, memorias de juventud)– se articulan alrededor de una escritura en primera persona en la que ficción y realidad se dan la mano para traspasar los límites, aquí difusos, de los géneros narrativos. Mediante una inteligente construcción literaria en la que persona y personaje se confunden, Benjamin Constant nos ofrece el vívido retrato de una educación sentimental en la Europa ilustrada, en unas páginas en las que, entre otras personalidades de la época, figura la reina de los salones, madame de Staël, uno de sus grandes amores.
Con una pluma mordaz e implacable, también consigo mismo, este ineludible clásico universal de la literatura –admirado por Italo Calvino, André Maurois o Tzvetan Todorov– da cuenta de los convulsos tiempos posteriores a la Revolución francesa, pero, también, de sus andanzas, no menos convulsas: las de un hombre enamorado del amor y tan apasionado por la vida como temeroso del tedio.

Leído en la prensa

«Constant nos resulta creíble porque no puede creer y en sus contradictorias pasiones encontramos nuestras incertidumbres. Sin grandilocuencia, sin autocompasión, mirando hacia dentro y a la vez hacia fuera, con lucidez y capacidad de penetración psicológica.» Marta Sanz, Público

«Estos textos tienen un valor humano además de histórico. Su desgarrada sinceridad, en particular al hablar de su complicada vida amorosa, la severidad con que el autor se juzga a sí mismo, y en general su lucidez, nos lo hacen próximo y conmovedor.» Laura Freixas, La Vanguardia

«El cuaderno rojo es una joya literaria.» Miguel Sánchez-Ostiz, ABC

«Cécile constituye otra gozosa obra maestra o, si se prefiere, otro soberbio documento sobre una materia –la naturaleza de las pasiones humanas– que, vistos los resultados, apenas ha cambiado desde los tiempos de Constant y que viene personificada en sus páginas por el propio corazón del autor: un hombre inconstante y voluble, con una pasmosa capacidad romántica y que es, por añadidura, uno de los más asombrosos escritores que ha dado la literatura francesa.» Javier Ozón, La Vanguardia

«Con justicia Italo Calvino escribió que El cuaderno rojo era una de las autobiografías más divertidas que había leído. Pero no es divertida por humorística sino por interesante, porque nos fascina mientras nos restituye con frescura y autenticidad la juventud de un hombre educado en los tiempos anteriores a la Revolución. Narración fluida y breve, estas páginas asombran por su ausencia de afectación.» José Luis de Juan, El País