La casa

Durante la Ocupación, dos veces a la semana un hombre realiza el mismo trayecto en autobús atravesando un desabrido paisaje. En sus repetidos viajes, en medio de una espesura propia de una pesadilla, vislumbra una casa en la que todo emana decrepitud y abandono. Intrigado, el narrador siente la imperiosa necesidad de disipar la bruma del «hechizo de ese bosque sin alegría» y una plomiza tarde de noviembre se decide a visitar la mansión. En su caminar por esa tierra baldía, todo adquiere una dimensión fantástica que confiere al protagonista los atributos de un Perceval moderno en busca de un grial apenas imaginado.
En este relato, inédito hasta ahora y quintaesencia de la ficción gracquiana, el autor, con su gran sentido para crear suspense y expectación, disecciona uno de los temas principales de su obra narrativa, la espera y, en última instancia, la transformación de la curiosidad en puro deseo sensual. Un texto en el que resuenan los ecos oníricos de La orilla de las Sirtes y En el castillo de Argol, y en el que se deja ver el influjo de la literatura medieval y de Edgar Allan Poe.

Leído en la prensa

«(…) Me llevó a otros lugares, a otros mundos, inspecciones de todo tipo (…). De la impecable aparición de este inédito deberían aprender aquéllos que publican un texto póstumo de un gran escritor sin molestarse en er si está a la altura de la obra que realizara en vida (…). Está entre lo mejor que escribiera este gran autor.» Enrique Vila-Matas, El País

«Es asombroso todo lo que puede revelar Julien Gracq en un texto tan breve. La casa es como la pieza que faltaba en un rompecabezas literario que se extiende desde 1938.» Antoine Perraud, La Croix

«Por su fantasía contenida, sus reminiscencias baudelerianas, sus descripciones y sus largas y serpenteantes frases proustianas, esta casa merece ser descubierta por los lectores de Gracq.» Jean-Claude Perrier, Livres Hebdo

«Lo mismo que ciertos libros igualmente breves de Duras o Beckett, este relato inédito de Gracq probablemente no se pensó para estar incluido en un volumen junto a otras de sus obras, ya que es precisamente gracias a su brevedad como consigue la máxima intensidad de esa escritura que es la escritura misma, similar a la concentración del poema, el relámpago del poema.» Jean-Philippe Cazier, Diacritik

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